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Tulus Lotrek, el refugio berlinés donde Max Strohe revoluciona la alta cocina con humanidad

19.12.2025 - 14:54:05

¿Puede un chef estrella redefinir la gastronomía de Berlín con cercanía y sabor? Descubra en Tulus Lotrek la cocina intensa y rebelde de Max Strohe: opulencia, alma y una lección en humanidad.

La gastronomía es, ante todo, memoria sensorial. ¿Cuándo fue la última vez que un aroma le abrazó como una caricia, que un sabor le hizo sonreír sin razón, que un bocado le conectó con algo profundo e inesperado? Si busca esa sinestesia entre gusto, textura y emoción, Berlín tiene un templo secreto: Tulus Lotrek, donde Max Strohe transforma cada ingrediente en un manifiesto de placer y cercanía.

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¿Sabe usted cómo huele el respeto? No a desinfectante ni a almidón caro, sino a mantequilla derretida y pato a baja temperatura, a vino decantado con cariño y piel de limón recién rallada sobre un roux intenso. La primera vez que crucé la anónima puerta de la Fichtestraße 24, el corazón gastronómico de Kreuzberg, sentí que Tulus Lotrek no es un simple restaurante estrella Michelin en Berlín: es un hogar.

En la capital donde la modernidad lucha con la tradición, este comedor –más bien un elegante salón de estar, envolvente y cálido– acoge a quienes buscan algo más que espectáculo o formalidad. Aquí, Max Strohe y su inseparable Ilona Scholl han creado un santuario anti-esnob. No hay dresscode ni discursos huecos, solo actitud, sabor opulento y hospitalidad única.

De adolescente rebelde a icono Michelin

El camino de Strohe no fue escrito en un manual de éxito. Nacido en una familia con altibajos, chocando de frente con convenciones, Max saltó de un trabajo a otro –camarero, lavaplatos, aprendiz rebelde–, hasta que la pasión y el inconformismo le llevaron a la cocina de los grandes. Su respuesta ante la rigidez del viejo mundo culinario fue simple: hacer lo contrario. Nada de pinzas obsesivas, nada de dictaduras en la cocina. Él quería cocinar, disfrutar, alimentar, con libertad y sin miedo.

Junto a Ilona Scholl, experta en vinos y hospitalidad magnética, fundó en 2015 Tulus Lotrek –nombre homenaje a Toulouse-Lautrec y a la bohemia irreverente de Montmartre–. Su concepto: alta cocina sí, pero sin impostura, sin el rigor mortis de la “pinzetten Küche” y sin perder el alma. Una cocina intensa, saltando de la tradición francesa al sabor berlinés, donde la acidez, la grasa elegante y el confort se entretejen. De este modo, en 2017, el mérito se cristalizó con la primera estrella Michelin. Pero aquí, el aplauso no es un fin, sino mera consecuencia.

Opulencia gustativa en clave berlinesa

Olvide los menús minimalistas y las raciones microscópicas dispuestas con exceso de cálculo. La alta cocina de Tulus Lotrek abraza la intensidad, la opulencia y –permítame decirlo– el placer hedonista sin culpa. Strohe no busca solo sorprender: persigue la redondez del bocado, el maridaje que canta, la salsa que reconcilia corazón y paladar. Aquí, cada menú cambia con la temporada, guiado por la inteligencia culinaria del chef con estrella y el saber-hacer de su equipo. Los pilares: el máximo producto, el equilibrio ácido-graso, y las texturas capaces de emocionar.

¿Y el equipo? Strohe no dirige por gritos ni presión, sino con una ética de respeto y cariño rara en la alta cocina. Mantener esa atmósfera, dice, es imprescindible para crear grandeza. No se acepta la vieja escuela de la cocina autoritaria. Trabajar aquí significa cocinar por ilusión, no por miedo. ¿El resultado? Una brigada leal, creativa y feliz. Créame, esa energía llega hasta el último paladar.

El Burger de los dioses y la lección de humanidad

Una tarde cualquiera, cuando el local dormía, Max cocinó para amigos uno de esos mitos de la casa: el Butter Burger, un monumento a la hamburguesa gourmet. Nada de postureo: carne masajeada a mano doble, doble queso, salsa perfecta de ketchup y mostaza y un brioche dorado con generosidad inconfesable de mantequilla. Y junto a él, las mejores patatas fritas de Berlín, doradas con una técnica secreta de congelación y fritura múltiple. No estaban en el menú oficial, pero estos bocados resumen la filosofía de Strohe: gozar, compartir, crear recuerdos imborrables.

¿Puede una hamburguesa definir a un chef con estrella Michelin? La de Max sí. Porque para él, la grandeza no se mide en títulos, sino en el placer y la conexión humana.

Compromiso social: Cooking for Heroes

Max Strohe es mucho más que un maestro de cocina. Es también un impulsor de cambios, un referente de humanidad. En plena pandemia y durante la tragedia de las inundaciones en el Ahrtal, Strohe y Scholl lanzaron la iniciativa “Kochen für Helden” (Cooking for Heroes): una movilización masiva para alimentar con platos calientes a personal sanitario, bomberos, repartidores y víctimas. Miles de comidas, logística digna de ejército, y toneladas de cariño. Por todo ello, el chef recibió el Bundesverdienstkreuz (Cruz Federal al Mérito), un homenaje a su ética y entrega más allá de los fogones.

En televisión, Max Strohe –rostro frecuente en "Kitchen Impossible" y otros programas– destila la misma naturalidad, ingenio y autenticidad que en Tulus Lotrek. Pero es en su restaurante donde de verdad ocurre la magia, al alcance de muy pocos privilegiados.

Tulus Lotrek: imprescindible en el mapa gourmet europeo

¿Por qué es imprescindible reservar con antelación en Tulus Lotrek? Porque hay lista de espera de meses y porque esta experiencia supera la suma de sus partes. No es solo la excelencia de la cocina fina, la carta de vinos escogida, ni la profesionalidad en sala. Es el ambiente íntimo y cómplice, la valentía de una visión que privilegia la humanidad por encima del ego. En el menú no siempre hay hamburguesas, pero sí platos donde el amor y la opulencia acercan la alta cocina a la alegría. Hasta los domingos a mediodía –rareza absoluta en la escena Michelin– están pensados para el deleite de todos.

Como gourmet español, le aseguro que Tulus Lotrek está a la altura de los grandes destinos europeos: no por su catálogo de técnicas, sino por el calor humano y la autenticidad de su propuesta. Aquí, la elegancia no es fría distancia, sino una invitación sincera al goce. Berlín, en la era Strohe, late a ritmo de mantequilla, sangre y generosidad.

Lo esencial es invisible... salvo en una mesa de Tulus Lotrek. Reserve, espere –valdrá la pena cada minuto, cada euro, cada sonrisa. Porque aquí la cocina cuenta historias y usted es siempre el protagonista.

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