TSMC acelera su expansión en EE. UU. con una inversión histórica en Arizona

La pugna tecnológica entre Estados Unidos y sus rivales globales se intensifica, y la Casa Blanca insiste en que Taiwán traslade parte de su producción de chips al territorio estadounidense. En el centro de este enfrentamiento se sitúa TSMC, que ha decidido ampliar de forma drástica su apuesta en Arizona. No obstante, el plan llega acompañado de riesgos y condiciones a cumplir.

El secretario de Comercio de Estados Unidos, Howard Lutnick, dejó claro el objetivo estratégico: entre el 40% y el 50% de la demanda interna de semiconductores debería cubrirse con producción doméstica. Con ello, Washington busca reconfigurar de forma sustancial las cadenas globales de suministro.

En respuesta, TSMC eleva su compromiso en Estados Unidos: la inversión prevista para la planta de Arizona se incrementa en 100.000 millones de dólares, hasta sumar 165.000 millones. Sumadas las inversiones de empresas asociadas (incluida Micron), el conjunto de capitales con origen taiwanés destinados a EE. UU. ya se acerca a los 300.000 millones de dólares.

Condiciones y obstáculos geopolíticos

Pero estas promesas no funcionan como un cheque en blanco. El presidente de Taiwán, William Lai, respondió a las exigencias estadounidenses con una lista de condiciones. Para que se alcance el ambicioso objetivo de producción, Taipéi reclama apoyo concreto de Washington en tres frentes: la facilitación para la adquisición de terrenos, la garantía de suministro de agua y energía, y la formación de personal cualificado.

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Este equilibrio es crucial para TSMC. Por un lado, la expansión fortalece su papel como proveedor clave para Apple, Nvidia y AMD. Por otro, la construcción de capacidad adicional fuera de Taiwán podría afectar la rentabilidad. La dirección de la firma anticipa que las nuevas plantas en EE. UU., Japón y Alemania reducirán el margen bruto en aproximadamente 2 a 3 puntos porcentuales en los próximos tres a cinco años.

Fortalezas operativas y riesgos legales

Más allá del tablero político, TSMC presenta resultados robustos. Impulsado por la oleada de IA, su facturación del tercer trimestre creció un 41%, y se espera que los ingresos ligados a IA se dupliquen en 2025. En el mercado, la acción cotiza alrededor de 252,50 euros y registra una ganancia de alrededor del 28% desde principios de año.

Un tema jurídico añade inquietud: la unidad taiwanesa de Tokyo Electron ha sido imputada bajo la Ley de Seguridad Nacional por presunta espionaje industrial relacionado con la tecnología de 2 nm. Se trata de la primera acusación de este tipo ligada a tecnologías críticas.

A pesar del recorrido alcista, TSMC cotiza a un PER cercano a 24, significativamente por debajo del promedio del sector, que ronda 35. Este descuento refleja, entre otros factores, los riesgos geopolíticos. En cuanto a la valoración futura, será decisivo si el auge de la IA logra compensar el incremento de costos asociado a la expansión global.

En resumen, la estrategia de TSMC implica un salto estratégico en EE. UU. que converge con las aspiraciones políticas de Washington, mientras la firma debe avanzar con cuidado ante retos operativos y legales, y sin perder de vista su objetivo de crecimiento impulsado por la IA.

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